Madrid donde surge un acontecimiento que el paso del tiempo ha convertido en algo casi mítico. En varias ciudades comienzan a programarse conciertos semanales en los que los jóvenes grupos que aún no han grabado ningún disco tienen ocasión de presentarse ante un público tan joven como ellos -el precio de las entradas era muy asequible-; al estilo de lo que, por aquellas fechas, se hacía en París en el Teatro Olympia.